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¿La gente es buena, mala o los líderes no sabemos cómo funciona nuestro personal? (Parte 2)

El efecto de las demandas laborales en los empresarios.

Muchos de mis clientes me preguntan, con mucha ansiedad, sobre las demandas laborales, como si fuera un tema que les preocupase muchísimo. Con más de 36 años en este negocio, he tenido varias percepciones de estas demandas. Al principio, las veía como ataques personales, luego como maldad del exempleado, después como simples estorbos. Ahora, las veo como una forma en la que la gente se lastima a sí misma por una promesa de hacerse rica.



En mi negocio, no tenemos más de 4 a 5 citas de conciliación por año y es muy raro que alguna se convierta en demanda. Siempre buscamos un arreglo en la oficina, así evitamos enojos, nos cuesta mucho menos y protegemos al trabajador de quedar marcado por una demanda.


Nos dimos cuenta de que los trabajadores dejan la empresa por problemas en el trabajo, motivos personales o porque encontraron una mejor oportunidad. A veces, tenemos que despedir a alguien por razones que benefician al negocio. Aunque no suene coherente, cualquiera de estas opciones es en beneficio del trabajador. Si un trabajador se queda en nuestra empresa y ya no le conviene a él o a la empresa, simplemente dejará de crecer y ser productivo. En ocasiones, es difícil y el trabajador va a batallar, pero es para mejorar y no quedarse estancado.


Es en este momento cuando aparece la oportunidad de demandar. En México, la ley permite que un trabajador que demanda o se queja no tenga que comprobar su queja, ni siquiera asistir a la conciliación. Es el patrón quien debe probar que el trabajador está equivocado. Los trabajadores demandan por varias razones: un mal consejo sobre hacer dinero fácil, o porque realmente están enojados con alguien en la empresa y buscan algún tipo de venganza. Cualquiera sea la razón, el trabajador que demanda queda en una lista negra (prohibida, pero existente) que le perjudica, sobre todo si quiere entrar a empresas internacionales o crecer a niveles de supervisor o más.



Nuestro lema es “Defender al trabajador hasta de él mismo”. Aunque en estos casos suene contradictorio, no lo es. Lo primero es prestar más atención a nuestros trabajadores, ver si tienen problemas, sobre todo con el liderazgo. Si hay que despedirlo o el trabajador se va, buscamos el mejor arreglo fuera de los tribunales. Esto protege a la persona para que no tenga problemas en el futuro. No lo tomamos personal; es simplemente negocio y cuidar de la gente que lideramos.


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